También es hijo de la Revolución el
“semi-contra-revolucionario”
“semi-contra-revolucionario”
Todo lo que aquí se dijo fundamenta una observación de importancia práctica.
Ciertos espíritus marcados por esa Revolución interior podrán tal vez, por algún juego de circunstancias y de coincidencias, como una educación en un medio fuertemente tradicionalista y moralizado, conservar en uno o en muchos puntos una actitud contra-revolucionaria [1].
Sin embargo, en la mentalidad de estos “semi-contra-revolucionarios” se habrá entronizado el espíritu de la Revolución. Y en un pueblo donde la mayoría esté en tal estado de alma, la Revolución será incoercible mientras éste no cambie.
Así, la unidad de la Revolución trae, como contrapartida, que el contra-revolucionario auténtico sólo podrá serlo totalmente.
En cuanto a los “semi-contra-revolucionarios” en cuya alma comienza a vacilar el ídolo de la Revolución, la situación es un tanto diversa. Tratamos del asunto en la Parte II, cap. XII, § 10.
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